Ya sabéis que a mí me gusta viajar despacio, disfrutando de los lugares con
pausa y que no me va eso de visitar cuatro países en cinco días por mucho que
respete lo que quiera hacer cada uno. Mi recorrido por México, allá por mayo de
2010, no fue una excepción, lo que me permitió ver no solo las ruinas más
importantes y conocidas de la península de Yucatán, sino también otras menos
turísticas como estas de Cobá, que se encuentran en el estado mexicano de Quintana
Roo.
Una
antigua ciudad maya en medio de la selva es ya de por sí emocionante; más si
cabe si no hay demasiados turistas y uno puede disfrutar de las ruinas con
tranquilidad. Fue aquí donde se encontró una de las famosas estelas que en
opinión de algunos, pronosticaban el fin del mundo el 21 de diciembre de 2012.
Se trata de la estela 1, que muestra también otras tres fechas de esa “Cuenta
Larga”.
Antes
de que finalizase el 2012, y por supuesto ahora, ya sabíamos que lo que se
terminaba no era el mundo, sino uno de los ciclos de la “Cuenta Larga”, pero el
número de crédulos deseando ser engañados es siempre alto; en eso hemos
cambiado poco.
Son
muchas las estelas que encontramos repartidas por la zona arqueológica, y
aunque están protegidas por techos de paja, la verdad es que su deterioro es
notable. En la mayoría de los casos hay que ayudarse con los dibujos que hay al
lado para poder distinguir algo en la piedra desgastada.
Cobá era
una ciudad grande, en la que quizás pudieron vivir unos 50.000 habitantes, y su
época de mayor esplendor se remonta a los años 200 – 800 de nuestra era. A
pesar de que los monumentos se encuentran dispersos, se pueden ver caminando
sin ninguna dificultad. Solo hay que tener cuidado de no acercarse a los
numerosos lagos que hay cerca, por la presencia de caimanes.
Los
caminos principales están señalizados, aunque yo opté por ir con un guía que me
iba explicando la historia del lugar, algo que recomiendo. Se trata de los
mismos senderos, llamados saché, que utilizaban los mayas para moverse y
comerciar con otras ciudades.
Como
no podía ser de otra forma, hay un juego de pelota y un observatorio
astronómico, elementos imprescindibles en cualquier ruina maya que se precie.
Las
plantas reclaman su espacio, y los edificios luchan por sobrevivir a la
naturaleza y al paso del tiempo.
La Pirámide
Nohoch Mul, con sus 42 metros de alto, es la más alta de la península de
Yucatán, y una de las pocas a las que, al menos entonces, se podía subir.
Desconozco si sigue siendo así. Como de costumbre los escalones son altos y
estrechos, por lo que recomiendo subir y bajar en diagonal.
Desde
lo más alto, donde hay un edificio de piedra, podemos ver la jungla
circundante, así como una tormenta que se nos echaría encima en pocos minutos,
cuando ya íbamos de regreso al hotel.
Me
pregunto si algún día tendré la ocasión de volver. Quizás para entonces se haya
realizado algún nuevo descubrimiento, porque seguimos averiguando más y más
cosas de esta cultura tan fascinante.