Del volcán Arenal ya os he hablado en otras entradas, en las que recorrimos
una senda entre ríos de lava solidificada e hicimos rafting en otro cauce, el
Peñas Blancas. Hoy nos acercamos a una excursión que podemos hacer en los
alrededores de La Fortuna, la de los puentes colgantes.
Entonces, nos situamos: venía de Tortuguero, camino de Monteverde, pero con
escala de varios días en la zona del volcán Arenal.
Los puentes colgantes son una forma excelente de acercarse
a la naturaleza costarricense. Abundan los animales y se camina junto a la copa
de los árboles, entre una exuberante vegetación. La humedad está muy presente a
lo largo de todo el camino.
De
todos los animales con los que nos cruzamos, quizás fueran los monos los más
esquivos. A veces los escuchábamos, pero lo de sacarles buenas fotos ya era
harina de otro costal, porque estaban muy lejos y entre las ramas de los
árboles. Algo parecido me sucedió con el perezoso de la segunda foto.
Nos
cruzamos con filas de hormigas que portan hojas con las que cultivan unos
hongos que luego se comen.
El
terreno es inestable, y los árboles han desarrollado unas raíces en forma de
estrella que les ayudan a sostenerse. La combinación de agua y altas
temperaturas favorece el crecimiento de las plantas y nos da la sensación de estar
atravesando una selva.
Los
puentes son amplios y seguros siempre que se sigan las normas, claro está. Se
balancean un poco, pero en general son aptos para todos (salvo aquellos con
miedo a las alturas).
Me
crucé con mi primera serpiente en libertad, pero estaba tan lejos y tan oculta
entre las hojas que apenas pude entreverla a través del teleobjetivo. Algunos
días más tarde me encontré con otra, tan cerca, que casi la piso.
Las
vistas son impresionantes, tanto hacia abajo como hacia los lados. Parece
mentira que pueda haber tanto verde junto.
Nos cruzamos con varios tipos de aves y con unas lagartijas muy coloridas.
De
vuelta al suelo un par de coatíes buscaban alimento entre los turistas, y, ya
en el aparcamiento, un guacamayo nos dijo hasta la vista.
Si
bien uno espera ver los animales más cerca y poder sacarles mejores fotos, no
debemos olvidar que estamos en plena naturaleza, y no en un zoológico. De esta
manera, podremos disfrutar mejor del entorno, apreciando las maravillas,
grandes y pequeñas, de este planeta llamado Tierra.