Pensaba llevaros un poco más lejos de Irlanda, pero por una vez he decidido ser bueno y ahorraros el jet-lag, así que después de las húmedas tierras de Irlanda aterrizamos en las húmedas tierras de Escocia. De charco en charco, vamos.
A primera vista parece que los edificios no se conservan precisamente enteros, como la Catedral de San Andrews, por ejemplo, o el castillo del mismo nombre, sin ir más lejos.
A primera vista parece que los edificios no se conservan precisamente enteros, como la Catedral de San Andrews, por ejemplo, o el castillo del mismo nombre, sin ir más lejos.
Más adelante descubrimos que estas ruinas forman parte del encanto propio de Escocia, hasta el punto de que aportan cierto aire romántico. La Catedral de Elgin es otro ejemplo de ello.
Una cosa es segura, hay mucho verde, como en esta carretera en Kirremuir.
El país está plagado de “pequeñas” residencias, como el Castillo de Gladis. ¿Imaginais el gasto en calefacción?
Claro que también hay otros con grandes corrientes de aire. Todo exterior y con buenas vistas. Es el Castillo Dunnottar.
Vi más de treinta castillos, la mayoría se pueden visitar por dentro, como éste, llamado Crathes, con sus cuidados jardines. Agua nos les falta.
O el Castillo Fraser.
Os presento otro de los iconos escoceses, sus monumentos megalíticos, como este círculo de piedras.
Y sus valles, denominados “glen” como el Glen Muik Ballater.
Éste es el Castillo Braemar.
Otro círculo de piedras (en dos mitades) el Tom Averie. ¡Y con sol!
El Castillo Craigievar, una de las muchas torres que andan desperdigadas por allí.