domingo, 31 de agosto de 2014

De Morlaix a Carantec


Una de las cosas que me sorprendieron de Bretaña fue la escasa oferta de hoteles. Y eso que estamos hablando de una región turística de Francia. Parece que lo que se estila por aquí son los campings y las casas rurales, pero éstas últimas están sin señalizar y nosotros íbamos a la aventura, durmiendo donde nos parecía.

Lo cierto es que en Brest estaba todo lleno y tuvimos que ir a Morlaix, una pequeña localidad que usamos como campo base durante los primeros días y en la que había un par de restaurantes donde cenamos bien.


La excursión del día nos llevó hasta Carantec, siguiendo la carretera de la costa y deteniéndonos de vez en cuando, bien en algún pueblecito, bien para recorrer algún sendero.

Locquénolé tenía esta bonita iglesia.



En Carantec la playa estaba desierta a pesar de ser mediados de julio. Bueno, el día no acompañaba precisamente.






Fuimos hasta el centro, donde visitamos esta otra iglesia con bonitas vidrieras.






Y nos acercamos hasta el castillo de Taureau, construido en 1544 para defender esta costa de las incursiones inglesas. Se supone que un barco te lleva hasta él, pero no teníamos tiempo para visitarlo, así que nos limitamos a caminar un poco por los alrededores.



De esta forma, llegamos hasta la cercana Punta de Cosmeur, lugar en el que la bahía de Morlaix se abre al Atlántico.





La mera baja dejaba al descubierto una pequeña cala cubierta 
de algas en la que encontramos algunas lapas.


Desde aquí seguimos camino hacia Saint-Pol-de-Léon.