¿Qué se
puede decir de un monumento tan emblemático que no se sepa ya? Y sin embargo,
aquí os lo traigo, con el recuerdo de aquel día bien vívido en la mente a pesar
del tiempo transcurrido.
De todo
el grupo de españoles del día anterior habíamos quedado sólo tres, de modo que
fue casi una visita privada, y tras las explicaciones de la guía nos separamos
para ver el conjunto a nuestro aire.
Los arqueólogos estiman que fue
esculpida en un montículo de piedra caliza, en el siglo XXVI a.C., mide unos
veinte metros de altura y aproximadamente cincuenta y siete de largo. Estuvo
pintada en un principio, y se cree que el rostro representa al faraón Kefrén.
El cuerpo es el de un león.
Protegida
por las arenas del desierto, los estratos inferiores se descomponen fácilmente,
y se tiene constancia de diversas restauraciones desde la dinastía XVIII. Desmontando
una leyenda, la Esfinge, cuya barba se encuentra en el Museo Británico de
Londres, no perdió la nariz debido a un cañonazo durante la estancia de
Napoleón.
No había muchos turistas, pero
estábamos todos juntos, en una explanada desde la que sacar fotos, ya que no te
dejaban acercarte más a la Esfinge, y estábamos rodeados de vendedores
ambulantes y sobre todo, niños.
Fue entonces cuando encontré un euro
en el suelo. Y al cogerlo se organizó una buena. De repente todos aquellos
niños eran dueños de la moneda extraviada.
Es duro ver a un niño pidiendo, pero
no soy partidario de darles dinero. Creo que deberían estar en la escuela, y
darles dinero sólo sirve para fomentar el círculo vicioso de la pobreza. Sólo
rompí esta norma mía una vez, en la India, y enseguida me arrepentí. Si se
quiere ayudar, hay formas mucho mejores de hacerlo, al menos eso pienso yo.
Dejando
atrás el revuelo, continué disfrutando de tan emblemático lugar. Como se puede
ver en esta última foto, la Esfinge está al lado de las Pirámides, en las
afueras de El Cairo.
Fuentes:
Wikipedia y elaboración propia.