Lo he
dividido en dos entradas para no hacerlo tan largo, así que no os extrañe ver
fotos de selva ni echéis de menos algún monumento, que todo llegará.
No hay
guía de viajes ni fotos en Internet que te preparen para la inmensidad de esta
zona arqueológica. Es uno de esos lugares que hay que marcar en rojo en los
mapas para poder verlos in situ.
Lo más
sorprendente es que la mayor parte del yacimiento está aún bajo tierra, sin
excavar. Según la (bendita) Wikipedia, de la que he fusilado algunos datos, sólo
un 2% ha visto la luz. En esta foto se puede apreciar lo que podemos ver hoy
día y lo que se infiere que está enterrado.
Como hice
en tantos otros yacimientos, contraté un guía para que me acompañara. En esta
ocasión comenzamos dándonos una vuelta por la selva de los alrededores, algo
que os recomiendo salvo que vayáis muy pillados de tiempo.
Podremos
apreciar cómo el paso del tiempo, la tierra y la vegetación han cubierto las
ruinas. Hay más de mil estructuras esperando a que haya dinero que las rescate
del olvido.
Es fácil
sentirse un explorador a lo Indiana Jones.
El
terreno es blando y los árboles han aprendido a aferrarse al suelo. Fijaros en
el tronco de este árbol, por ejemplo.
Palenque,
que fue designada Patrimonio de la Humanidad en 1987, está en Chiapas, en el
extremo sur de México. La visité en mayo de 2010, en un viaje inolvidable.
Por lo
visto, los conquistadores la encontraron ya abandonada (las ultimas
construcciones son del 800), sin que nadie le prestara mucha atención hasta
1773. Las primeras fotografías datan de 1858.
La
primera estructura que visité fue el Templo de las Inscripciones, bajo el que
se descubrió la tumba del rey Pacal el Grande, una de las más importantes de
Mesoamérica.
Es el
único templo de esa parte de América en el que se han hallado restos mortales y
como era de esperar la controversia está servida, ya que las dataciones parecen
no coincidir. Los amantes de la teoría de los antiguos astronautas, entre
quienes no me hallo, encuentran en ella motivos para sustentar sus tesis.
Quedan
algunos relieves, aunque la mayor parte de las piezas fueron trasladadas al Museo
Alberto Ruz Lhuillier.
La torre
del observatorio se encuentra junto al Palacio del Gobernador, un laberinto de
pasillos y estancias fruto de las sucesivas remodelaciones.
Nos vemos
en unos días, con la segunda parte.