El año se acaba, y no se me ocurre mejor forma de
despedirlo que dando un paseo por un bosque bretón. Esta vez no hay fotos
espectaculares, no se trata de uno de esos sitios únicos que cualquiera puede
reconocer sin haber estado allí, pero pienso que un poco de sosiego, de verde
tranquilidad, puede hacer bien a nuestras estresadas vidas.
La senda es de unos 15km, pero nosotros apenas
recorrimos unos cuantos, ya que nos esperaban otros destinos. No obstante, sí
pudimos llevarnos una breve impresión de este arboreto de 14 hectáreas que fue
inaugurado en 1970. Una vez más he recurrido a la Wikipedia para complementar
unas fotos que tomé allá por julio de 2012.
Aunque fue creado con la intención de realizar
estudios de reforestación, actualmente está más enfocado a comprobar los
efectos del calentamiento global, especialmente desde que en 2008 se añadieran
más especies.
Todo ello no es óbice para que esté abierto al público
y se puedan recorrer libremente sus senderos (al menos cuando estuvimos
nosotros). De las 51 especies plantadas inicialmente, se ha alcanzado ya el
centenar, y se espera llegar pronto a las 150.
Como sucedió con muchos bosques cercanos, fue
explotado para aprovisionar de madera a las embarcaciones militares,
principalmente en los siglos XVII y XVIII.
“En las cercanías del arboreto dentro de la « Forêt du Cranou» nos encontramos con un "Monumento Histórico de Francia" «
Calvaire-fontaine de Saint-Conval». La fuente con una estatua de San Gonval y
el Calvario son los únicos restos de una capilla del siglo XV destruido durante
la Segunda Guerra Mundial.” Por desgracia, nosotros no llegamos hasta allí,
porque no habíamos estudiado previamente, sino que simplemente nos detuvimos al
ver la señal junto a la carretera.
Como os decía, esta es la última entrada de 2018, así
que solo me resta desearos una feliz Navidad y un estupendo cambio de año.