Me habían dicho que en
el Pacífico haría sol, y después de tantos días pasados por agua
ya me apetecía, pero aún me faltaba una mañana lluviosa en este
pequeño parque costarricense.
Las vistas desde mi
habitación prometían, pero aquí el tiempo cambia rápidamente, y
una vez en el parque tuvimos que echar mano del chubasquero.
Los animales no estaban
por la labor de dejarse ver, quizás porque había más gente que en
otros lugares, pero cuando dejó de llover nos encontramos con este
perezoso de tres dedos.
Este parque, que es uno
de los más visitados del país, es conocido por sus magníficas
playas.
Aquí las iguanas son de
color negro. También vimos un pequeño basilisco.
El sendero sigue la línea
de la costa, ofreciendo vistas tentadoras.
Por la tarde me acerqué
a un mariposario que había cerca del hotel. Era de reducidas
dimensiones, pero había varias especies diferentes, de estos
lepidópteros y algunas plantas curiosas.
Todavía llegué a tiempo
de ver la puesta de sol.