La Nacional 1 sigue la costa oeste de
los Estados Unidos y nos ofrece muchos rincones de ensueño que conviene
disfrutar con calma. Está repleta de pequeños parque regionales y provinciales
que se suceden unos a otros, así como de frecuentes desvíos, ya sea para ver
cascadas o para admirar las vistas.
Una de las atracciones son los
elefantes marinos, que podemos ver en varios puntos al borde mismo de la
carretera, como es el caso aquí, en Piedras Blancas, al norte de Morro Bay.
Llegamos
ya por la tarde, cuando apenas quedaban unas horas de luz, aprovechando un
momento de tregua que nos dio la niebla, también habitual por esta zona costera.
Allí
estaban, tumbados en la arena, dedicados a no hacer nada después de pasar el
día alimentándose en el agua.
No es que
hubiese mucho movimiento que digamos. Si acaso se rascaban un poco o se cubrían
con la arena mientras las olas batían a escasos metros.
Como de
costumbre, cerca de los turistas se encuentran las oportunistas ardillas,
alimentadas por los irresponsables que valoran más una foto con ellas que su
supervivencia. Ya veis que no soy partidario de inmiscuirme en la Naturaleza,
especialmente si nos mueven intereses egoístas.
Continuamos
recorriendo la costa, deteniéndonos aquí y allá para fotografiar más elefantes.
Había gente haciendo kate-surf; mientras nosotros aprovechábamos los últimos
rayos de sol en un malecón sobrevolado por varios tipos de gaviotas.
Un poco
más al sur, escuadrones de pelícanos regresaban buscando descansar, algo que
también hicimos nosotros.