La imagen que tenemos de Sicilia no se corresponde exactamente con la realidad. Aunque la mafia existe, yo no la vi por ningún lado. Sí es cierto que fuera de los circuitos turísticos habituales, en los pueblos aislados, la gente te mira extrañada, pero lo mismo sucede en muchos lugares de España. También es verdad que en algunos pueblos del centro uno espera encontrarse con El Padrino al volver una esquina.
Fueron dos semanas de un eterno subir y bajar, porque la isla no tiene un solo rincón llano. Comimos, bebimos y adelgazamos, para que se hagan una idea. Creo que debería ir por allí más a menudo.
Supongo que pensaréis que en quince días lo vimos todo, ya que el recorrido típico en autobús dura cinco o seis. Bueno, ya me iréis conociendo a través de este blog. Yo suelo huir de multitudes y de grandes ciudades, una carretera estrecha y empinada es mi mejor reclamo. Hoy os traigo un aperitivo de la capital, porque si nos ponemos con la isla entera nos dan las uvas, pero del 2010. Ya habrá tiempo.
Palermo es una ciudad que se puede visitar perfectamente a pie. Su tráfico es endemoniado, al estilo de México D.F. solo que peor; conducir se convierte en un juego de ganar la posición. Hay semáforos, pero en el centro están de adorno. Algún día escribiré un libro titulado Yo sobreviví al tráfico de Palermo.
Fenicios, cartagineses, romanos, bizantinos, árabes, normandos y españoles han pasado por allí, por lo que la ciudad es un batiburrillo de estilos arquitectónicos. Plagada de palacios, está mucho más limpia de lo que cabría esperar. Los edificios, eso sí, necesitan una manita, porque se les están cayendo a pedazos. Se echa en falta algo de dinero para adecentarlos, pero a mí me parece que tienen su encanto tal y como están.
Los Quattro Canti es una plaza octogonal del centro histórico de Palermo, donde la Via Maqueda y el Corso Vittorio Emanuele se cruzan. Hay cuatro esquinas, de ahí el nombre, de estilo barroco (s. XVII) cada una con la estatua de un rey español (Carlos V, Felipe II, Felipe III y Felipe IV). En la parte superior encontramos a las cuatro santas protectoras de la ciudad: Cristina, Oliva, Ninfa y Ágata. Es un buen sitio para comenzar la excursión.
Fueron dos semanas de un eterno subir y bajar, porque la isla no tiene un solo rincón llano. Comimos, bebimos y adelgazamos, para que se hagan una idea. Creo que debería ir por allí más a menudo.
Supongo que pensaréis que en quince días lo vimos todo, ya que el recorrido típico en autobús dura cinco o seis. Bueno, ya me iréis conociendo a través de este blog. Yo suelo huir de multitudes y de grandes ciudades, una carretera estrecha y empinada es mi mejor reclamo. Hoy os traigo un aperitivo de la capital, porque si nos ponemos con la isla entera nos dan las uvas, pero del 2010. Ya habrá tiempo.
Palermo es una ciudad que se puede visitar perfectamente a pie. Su tráfico es endemoniado, al estilo de México D.F. solo que peor; conducir se convierte en un juego de ganar la posición. Hay semáforos, pero en el centro están de adorno. Algún día escribiré un libro titulado Yo sobreviví al tráfico de Palermo.
Fenicios, cartagineses, romanos, bizantinos, árabes, normandos y españoles han pasado por allí, por lo que la ciudad es un batiburrillo de estilos arquitectónicos. Plagada de palacios, está mucho más limpia de lo que cabría esperar. Los edificios, eso sí, necesitan una manita, porque se les están cayendo a pedazos. Se echa en falta algo de dinero para adecentarlos, pero a mí me parece que tienen su encanto tal y como están.
Los Quattro Canti es una plaza octogonal del centro histórico de Palermo, donde la Via Maqueda y el Corso Vittorio Emanuele se cruzan. Hay cuatro esquinas, de ahí el nombre, de estilo barroco (s. XVII) cada una con la estatua de un rey español (Carlos V, Felipe II, Felipe III y Felipe IV). En la parte superior encontramos a las cuatro santas protectoras de la ciudad: Cristina, Oliva, Ninfa y Ágata. Es un buen sitio para comenzar la excursión.
Continuando por el Corso Vittorio Emanuele llegamos a la catedral, de estilo árabe-normando, muy diferente a las que podemos encontrar en España.
Muy cerca de allí está la Porta Nuova.
Por el camino hemos visto este palacio en la Piazza Bologni.
San Juan de los Eremitas ...
... nos sorprende por su altura, teniendo en cuenta su antigüedad: fue fundada por Roger II en 1145.
Sólo hay un sitio desde el que ver sus cinco cúpulas a la vez, pero con un poco de paciencia podemos encontrarlo en el pequeño jardín que hay junto al claustro.
Vamos camino de la Capilla Palatina y sus mosaicos. Aprovecho para sacar un par de fotos mientras esperamos. Comienza a llover suavemente. Esta capilla se empezó a construir en 1130, año en el que Roger II es coronado como primer rey de Sicilia y tardaron trece años en terminarla.
El interior es una maravilla. La encontramos en el Palacio de los Normandos, del siglo IX. La capilla está dedicada a San Pedro.
Seguimos viendo iglesias, bellamente decoradas, como la de los jesuitas.
No podía faltar una visita al puerto por la tarde.



El segundo día amaneció mucho más soleado. Aprovechamos para rematar algunos flecos que nos habían quedado pendientes, como la Iglesia de Santa María del Almirante o Martorana, completada en 1143 gracias a una generosa donación del almirante Jorge de Antioquía.