Era mi último día
en Costa Rica porque mi vuelo salía esa misma madrugada, y decidí aprovecharlo
contratando una excursión al volcán Poas (gran acierto) y otra por los pueblos
de la zona y un cafetal (pequeña decepción).
En un principio
había pensado pasar el día en San José, pero pude verlo de pasada al llegar y
me di cuenta de que no tenía gran cosa que ofrecer. Al menos a mí, que siempre
que puedo tiro por la naturaleza, que nadie se ofenda.
La visita al volcán
no puede ser más fácil, ya que una carretera asciende hasta casi el borde mismo
del cráter. Una corta caminata y ya estamos.
Allí estuvimos, viendo pasar las nubes y admirando las
vistas. El cráter principal está a más de 2500 metros de altitud y tiene un diámetro
de 1,3 kilómetros. En la primera foto, al fondo hemos visto otro cráter más
antiguo y ese trozo de color azul es el Caribe.
Las nubes iban y venían, dejándonos entrever el lago
que hay en el centro del cráter. Tiene una profundidad de unos 300 metros y la
temperatura del agua ronda los 40ºC.
El resto de la expedición se quedó haciendo fotos,
pero yo tiré para arriba por un sendero para ver un antiguo cráter ahora
convertido en la Laguna Botos, llamada así por un pueblo indígena que vivía en
las inmediaciones. Hemos ascendido 100 metros más y esta laguna tiene unos 400
m de diámetro, pero su profundidad es de 14 m tan sólo. La temperatura del agua
es de unos 14ºC.
Allí me hice amigo de una simpática ardilla que debe
estar acostumbrada a los turistas.
De regreso al aparcamiento vimos estas plantas, cuyas
hojas, llamadas sombrillas de pobre, pueden superar el metro y medio de
diámetro.
Comimos en un cafetal, pero la visita fue un tanto
decepcionante. Me gustó mucho más el que vimos en Monteverde. Por la tarde
estuvimos recorriendo varios pueblos de la zona, entramos en alguna iglesia,
varias tiendas y una fábrica de carros. No es mi tipo de excursión preferida,
pero al menos me permitió pasar el día conociendo esa parte del país.