Nuestro lodge estaba tan apartado,
que el camino al aeropuerto se convirtió en un improvisado safari. Marchábamos
rumbo a Savute, otro parque de Botsuana, pero primero pudimos fotografiar una
buena variedad de animales.
Eso sí,
los únicos carnívoros que habíamos visto hasta entonces fue un grupo de leones.
En esta manada
de búbalos había algunas crías descansando.
Las
cebras seguían sin querer saber nada de nosotros, y nos vigilaban por turnos,
pero se alejaban en cuanto nos deteníamos.
Volvimos
a pasar por la zona quemada, donde un elefante solitario nos saludó.
Ñus e
impalas complementan el lote, así como una de las pocas águilas pescadoras que
pudimos ver volando en todo el viaje.
Algunos
echan a correr en cuanto nos acercamos mientras la pista vuelve a desaparecer
bajo las aguas. Al ser el final de la temporada seca todavía hay poca agua.
Así
llegamos a la magnífica pista de aterrizaje, desde la que una Cessna 206 Stationair
nos llevaría a Savute. Una vez más tendríamos que hacer de contorsionistas para
entrar.
Menos mal
que no somos aprensivos.