Esa misma mañana
nos habíamos encontrado con un alemán subiendo al Castelu d Arragiu que nos
había dicho que aquí hallaríamos más sombra. Y menos mal, porque es media tarde
y Lorenzo pega más fuerte que nunca. Para los que no lo sepan, os he traído a
Córcega y estamos en junio de 2012.
El sitio
arqueológico se llama Cucuruzzu y es uno de los asentamientos más importantes
de la Edad de Bronce. Bueno, eso dicen ellos, porque yo no tengo ni idea, para
nosotros era poco más que un montón de piedras.
Al llegar hay una
caseta de información con un par de señoras bien simpáticas que nos advirtieron
de que la traducción del folleto al español dejaba bastante que desear. La
verdad es que se quedaron cortas. Entre las piedras y el folleto fue un milagro
que no nos perdiésemos.
Dejamos
atrás la caseta y nos internamos por el bosque, recorriendo un sendero bien
marcado, apto para todos los públicos.
Muy pronto nos encontramos con monumentales piedras de
granito, que fueron excavadas para que sirviesen de refugio.
Después de caminar un trecho llegamos hasta el fuerte,
que está bien conservado. Aquí vemos la entrada.
Después de caminar un trecho llegamos hasta el fuerte,
que está bien conservado. Aquí vemos la entrada.
Los hombres de la época aprovecharon los grandes
bloques de granito, complementándolos con muros elaborados con piedras más
pequeñas. En algunos puntos llegan a los cinco metros de altura.
Roger Grosjean, arqueólogo, fue el primero en
mencionar este lugar, allá por 1959. Más tarde, en el 82 lo declararon como
Monumento Histórico, y en 1995 fue restaurado. Según la Wikipedia, el pueblo
fortificado fue abandonado a finales del siglo III a.C.
El yacimiento de Capula no está lejos, y hacia allá
nos dirigimos atravesando la densa vegetación.