Mirando
hacia Cerdeña, de la que está separada por el estrecho del mismo nombre, la
ciudad de Bonifacio se encuentra en el extremo sur de la francesa isla de Córcega.
Pasear por sus calles, detenerse en sus miradores y disfrutar de sus
restaurantes es estupendo, pero hoy vamos a echarle un vistazo desde el agua.
Es por
la mañana y hace un día soleado estupendo para navegar. La mejor manera de
apreciar esta ciudad es desde el mar. Salimos del puerto y dejamos atrás la
ciudadela y el faro de la bocana para dirigirnos hacia el oeste.
Nuestro
barco se adentra en las pequeñas calas de aguas transparentes.
Pasamos
junto a algunos yates, veleros de gente adinerada. Por la noche los veremos
atracados en el puerto mientras damos cuenta de un buen pescado.
Los
acantilados de piedra caliza se extienden a lo largo de la costa. Esta
formación, en el extremo sur de la isla, se llama el timón de Córcega.
La
reserva natural de Las Bocas de Bonifacio se extiende durante varios
kilómetros. La ciudad queda 60 metros más arriba, al borde de los acantilados.
Las escaleras del rey de Aragón la conectan con el mar.
El
momento del día es idóneo para las fotos.
Regresamos
a puerto, maravillados con esta parte de Francia.