Vamos a darnos una pequeña vuelta por la capital de Italia para culturizarnos un poco, que falta nos hace. Roma tiene muchísimo que ver, y por mucho tiempo que le dediquemos a esta ciudad siempre será insuficiente.
Empezamos en los alrededores del Foro de Trajano, visitando la iglesia de Santa María de Loreto, que está junto a la columna de Trajano. Como es habitual en las iglesias de Roma, el interior es una maravilla que está plagado de detalles.
Si miramos hacia el otro lado veremos este inmenso pastel de boda (así lo llaman) que es el Monumento a Vittorio Emanuele II.
Nuestro destino es la Plaza del Campidoglio para visitar los Museos Capitolinos. Allí nos encontramos con la loba que alimentó a Rómulo y Remo, así como con otras obras famosas que quizás recordemos de nuestros libros de texto.
El museo está en un palacio y sólo por ver el edificio ya merece la pena entrar.
La estatua de Marco Aurelio que hay en la plaza es una copia, el original podemos verlo dentro del museo.
Nubes de tormenta cubren el cielo por la tarde, pero nosotros pasamos por un pasadizo subterráneo que hay bajo la plaza hacia el otro edificio. Allí nos encontramos con el famoso Galo moribundo, que han colocado en el centro de una estancia para que se pueda ver bien desde todos los ángulos.
Para cuando salimos a la calle, las nubes han desaparecido y nos sorprende un cielo azul.
Si llegáis a Roma a media mañana esta es una buena opción para una primera toma de contacto con la ciudad.