No era
la mejor época para ver las ballenas en el extremo sur de Sudáfrica; al menos
eso era lo que decían las guías, pero lo cierto es que había un buen número de
ellas, y, sabiéndolo, no quise desaprovechar la ocasión de verlas desde la
costa. Hay tours en barco, pero a pesar de que el mar parecía estar plano y
tranquilo, preferí verlas desde tierra.
Jo, mi guía en la Reserva Natural de Grootbos, me acompañó durante todo el
día, patrullando por la costa en una búsqueda que resultó infructuosa durante toda
la mañana. Después de comer, tuvimos más suerte.
Nubes negras cubrían el horizonte, y los rayos del sol
apenas encontraban algún hueco por el que colarse. La luz era espectacular y ya
habíamos avistado algunas ballenas saltando fuera del agua, pero tan lejos que
ni me molesté en tomar mi cámara.
No
tardaríamos en descubrir varias ballenas francas al borde mismo de las rocas. Claro
que, contrariamente a lo que vemos en los documentales en televisión, en la
vida real solo es posible distinguir sus lomos mientras ellas se dejan llevar
perezosamente por la corriente. De vez en cuando se atisba una cabeza, con sus
típicas callosidades, o una aleta, pero el resto del inmenso animal queda
oculto bajo el agua.
Varios ejemplares nadaban en parejas, muy cerca de la superficie,
aprovechando para renovar el aire de sus pulmones mientras la tarde se
oscurecía más y más.
La ballena franca austral mide unos 15 metros de
largo, alcanzando las 40 toneladas de peso. No está claro cuántas quedan en el
mundo después de que fueran activamente cazadas, gracias a la facilidad que
presentaba su captura. Algunas fuentes dicen que quedan unas 3.000, otras
elevan esta cifra hasta los 9.000 ejemplares, pero su largo periodo de gestación
hace que el crecimiento de la población sea muy lento.
Éramos
un pequeño grupo de turistas los allí reunidos, pero también había gente de la
zona, como esta madre, que disfrutaba del espectáculo junto a su hijo pequeño,
sentados en una piedra.
Las
rocas del primer plano nos sirven de
patio de butacas improvisado. El lugar ideal para sentarse con una cerveza en
una mano y la cámara en la otra, viendo pasar ballenas mientras respiramos la
brisa marina.
Un
poco más allá el paisaje es parecido, un pájaro se posa en lo alto de un
arbusto y nosotros disfrutamos de una tarde tranquila y especial como pocas.
Sin
darnos cuenta, nos acercábamos al final de mi penúltimo día de viaje.
12 comentarios:
Hola Tawaki
Ayer estuve viendo algunos de tus blogs, artículos tan interesantes que escribes y el excelente material gráfico que exhibes. Mil gracias por compartir. Me detuve en aquel que habla acerca del Wallace Collection de Londres, me ha fascinado, no lo he visitado, quizás alguna vez lo haga.
Debo volver para admirar a las ballenas de Gansbaai en Sudáfrica. En este momento mi esposo me llama y no quiero hacerlo esperar :)
Cordiales saludos, un abrazo
Immagini incredibili e straordinarie di una natura che fa sognare....
Un caro saluto,silvia
Tiene que ser todo un espectáculo ver una ballena de estas características de cerca, dando sus enormes coletazos o simplemente ver a las gaviotas, acercarse a ella para tratar de picotear su piel y alimentarse de la grasa que recubre la ballena, parasitismo que junto a colisiones con embarcaciones, enredamiento con aparejos de pesca y el cambio climático, son las principales amenazas de la especie.
Me alegra saber que al final del día, la búsqueda de ese maravilloso mamífero dio frutos.
El pájaro es muy bello y el paisaje no se queda atrás.
Cerveza en una mano y en la otra la cámara? Ojo, no vaya a ser que te bebas la cámara y dispares la cerveza ;):)
Besos
Belleza, belleza y belleza en estado puro
¿No asoman la cola como hemos visto tantos dibujos?
Qué bonito paisaje y qué calma! Tuvimos las mismas dificultades para las fotos, inclusive estuve filmando y todas eran muy perezosas o es que estaban muy dedicadas a sus ballenatos. Unas fotos preciosas. La del pájaro con su contraste de color impacta después de ver las otras. Beso.
Es un resumen perfecto el de tus imágenes para soñar con lo más bello de la naturaleza.
Qué más se puede desear además de un excelente viaje, el estar frente a las criaturas, por excelencia, más soberbias del mar. Extraordinario.
Saludos.
Rud, nunca me perdonaria que tu esposo tenga que esperar por mi culpa ;))Las ballenas y la Wallace Collection estaran aqui cuando vuelvas. Ojala puedas pasarte por Londres alguna vez, es una ciudad que me enamora. En cuanto al blog, es un placer compartirlo.
Silvia de angelis, es cierto, la naturaleza siempre nos muestra su mejor cara.
Un jubilado, disfrute mucho sabiendo que las tenia tan cerca, y solo eche de menos el haber podido bucear con ellas. Debe ser una experiencia increible el poder estar junto a animales tan enormes.
Nelida, ja,ja, todo es posible teniendo una cosa en cada mano. Las fotos no terminan de captar la luz que habia alli en esos momentos, pero creo que transmiten la calma en la que estuvimos envueltos. A veces no necesitamos de grandes cosas para disfrutar de la vida.
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.
Almatina, y que lo digas. Nuestro planeta esta lleno de bellos rincones que merecen la pena ser explorados.
Senior Citizen, eso lo hacen cuando quieren sumergirse o cuando hacen que el viento las impulse, pero en este caso se dejaban llevar por la corriente sin apenas moverse. En Nueva Zelanda si que hice alguna foto de los cachalotes en el momento de sumergirse.
Rosa Maria, la del pajaro fue una cuestion de suerte. En cuanto a las ballenas poco mas puede hacerse estando fuera del agua. Hay que echarle imaginacion; no queda mas remedio.
Javier G., ojala hubiese podido meterme en el agua con ellas, pero me conformo con haberlas visto desde tan cerca. Habia muchas y fue toda una experiencia. Muy emocionante.
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.
Qué gozada de paisaje costero con esos maravillosos flysch esculpidos por el tiempo y el agua. Y qué venturoso avistamiento de esas ballenas reinando, inmensas, en las ondulaciones marinas.
Una mirada, y que lo digas. Las fotos nunca pueden reemplazar la sensación de paz allí vivida, pero es una buena forma de refrescar nuestra memoria. A veces, lo mejor de un viaje es eso, la tranquilidad vivida en el lugar más insospechado. Un bonito paisaje, con una cerveza en la mano mientras se disfruta de una buena compañía.
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