lunes, 21 de julio de 2008

La Grotte du Grand Roc

Por pura suerte, comenzamos la visita por esta gruta. Lo digo porque luego habría otras aún más impresionantes y siempre conviene ir de menos a más. Toda la zona del Périgord está plagada de cuevas, y las hay de todos los tipos, secas y húmedas, con formaciones calcáreas, con grabados prehistóricos y con dibujos de hace 15.000 años. Vimos más de una docena de ellas, todas diferentes y todas interesantes.

Estamos en el centro de Francia, ligeramente hacia el sur, en un paraje de ensueño, lleno de pueblos medievales, castillos y grutas. Es el mes de junio y el tiempo cambia cada hora, pero casi no hay turistas, y la temperatura, aunque fresca, es agradable. Los colores del mapa corresponden a las cuatro zonas en las que se divide. Nosotros nos centramos en el Périgord Noir.





De todas las cuevas sólo nos dejaron hacer fotos en dos de ellas, cosa lógica por otra parte. De la otra os hablaré otro día, de momento nos quedamos con esta impresionante roca calcárea y con la gruta que guarda en su interior.




Fue descubierta en 1924 por Jean Maury, arqueólogo y prehistoriador, y les llevó tres años acondicionarla. Tras franquear la entrada, un pasillo de 30 metros nos lleva a la primera de las cámaras. Una vez dentro, el recorrido es de unos 200 metros y dura media hora. Una valla metálica protege las formaciones de los vándalos y se cuela en alguna de mis fotos




Como siempre que visitamos una cueva de estas características, conviene abrigarse un poco. En este caso la temperatura es un poco más alta de lo normal, unos 15ºC.






El agua se cuela por las grietas de la roca caliza y se carga de carbonato de calcio. Estos carbonatos se depositan, muchas veces gota a gota, en forma de calcita, dando origen a formaciones muy variadas. Las más conocidas son las estalactitas y estalagmitas, pero hay muchas otras.

Como las columnas,


los diques, que se verán mejor en las fotos de la otra cueva.



Los triángulos, que por lo visto no abundan mucho,


y los llamados excéntricos. Cuando el camino natural de la gota de agua se tapona, ésta busca otro hacia un lado, dando lugar a formaciones tan extrañas como esta cruz,


o la llamada Victoria de Samotracia, que parece perseguirme a dondequiera que voy.

lunes, 7 de julio de 2008

Egipto V: El Nilo



Considerado hasta hace poco el río más largo del mundo, ha sido desbancado tras el descubrimiento de nuevas fuentes en el Amazonas, aunque los egipcios responden orgullosos que el hecho es discutible y que de querer hacerlo, ellos también pueden remontarse más lejos. Lo cierto es que con sus 6700 km largos, el Nilo impresiona a cualquiera.


Su nombre proviene del griego, y significa Valle del río. Fue la columna vertebral de la civilización egipcia, un recurso vital que permitió el desarrollo de una cultura en un territorio que de otra forma habría sido inhabitable. Aún hoy continúa siendo el principal medio de transporte y fuente de vida y energía.

Apenas pude navegar unos kilómetros, desde Luxor a Asuán, nada que ver con las expediciones de los primeros exploradores, pero al menos fui testigo del cambio en sus orillas, de cómo la vegetación y los cultivos, abundantes y frondosos en el norte, iban cediendo su lugar al desierto. De los pueblos que pasaban ante nuestros ojos, el Egipto profundo y verdadero, que no vemos la mayoría de los turistas.





No recomiendo ir en Semana Santa, porque hay demasiados barcos y al pasar por las esclusas se pierde mucho tiempo. Mientras hacen cola, los vendedores aprovechan para rodearlos y tomarlos al asalto.



Venden muy barato, pero lo que no se necesita es caro. Yo prefiero fijarme en las falucas.



El reflejo de algunas las hacen parecer grandes pájaros, otras se acercan curiosas a nuestro barco y pronto quedan atrás, rezagadas.



Ya no hay inundaciones cada verano, y el limo ha dejado de fertilizar las tierras egipcias, al menos de forma natural. El curso está regulado por la gran presa de Asuán, terminada en 1970 después de diez años de trabajo.

Desde el aire es como un mar interior, el Lago Nasser es inmenso, mucho más grande de como había imaginado. Un embalse que guarda varios templos en su interior, aunque los más importantes pudieron ser rescatados a tiempo de las aguas, gracias al esfuerzo internacional. Otro día subiré fotos de Abu Simbel.

Me habría gustado seguir remontando el río. Llegar al
Lago Tana, fuente del Nilo Azul, en Etiopía, y al Lago Victoria, que pertenece a Uganda, Tanzania y Kenia. Quién sabe, quizás lo consiga algún día y pueda encontrar el espíritu de los grandes exploradores como Speke, Burton, o Stanley. Qué tiempos aquellos.