domingo, 10 de febrero de 2008

Venecia I

Por elección de Patry y ante los requerimientos de Leodegundia, nos ponemos de nuevo en marcha, en esta ocasión rumbo a Venecia.

Es materialmente imposible encerrar en una veintena de fotos la esencia de esta ciudad tan mágica que parece haya hecho un pacto con el diablo. No es la más bonita, no es la más romántica (?) tampoco es la más grande, pero para muchos de nosotros es especial. Simplemente, no hay otra como ella. Así pues, esta será la primera entrada de muchas, porque volveremos, no os quepa duda.

En mi primer viaje a Italia estuve diez o doce días recorriendo Florencia, Lucca, Pisa, Siena, y otras zonas de la Toscana. Desde Florencia tomamos un tren a Venecia, donde pasé cinco días espectaculares. Luego he vuelto otra vez, hace justo un par de años. Si no la conocéis, no podéis dejar de verla. Espero que las fotos que he seleccionado os gusten.

Salvo que lleguemos por barco, lo habitual es que la primera imagen de Venecia sea la estación de tren o la Plaza Roma. Desde allí, lo más recomendable es tomar un vaporetto, bien por el Gran Canal, bien rodeando la ciudad. Los mejores hoteles están en la otra punta, junto a la Plaza de San Marcos. El puente más famoso, el Rialto, se encuentra a medio camino.

Venecia se asienta sobre algo más de 100 islas y el centro histórico está dividido en sestieri, el equivalente de nuestros barrios: Cannaregio, Castello, San Polo, Santa Croce, Dorsoduro y San Marco.

El Gran Canal está flanqueado por bellos edificios.




Al final del Gran Canal encontramos Santa Maria della Salute.



Y justo a la izquierda descubrimos el campanile de la Plaza de San Marcos.



La plaza es muy famosa y aparece en multitud de películas. Hay muchas terrazas en las que tomar el café más caro de la ciudad.


La plaza es más grande de lo que esperamos. Al fondo está la Basílica de San Marcos. Otro día hablaremos de ella y de sus mosaicos.






Los reflejos de los rayos del final de la tarde son espectaculares.



Hay muchas tiendas de anticuarios y de artículos para turistas, pero el protagonista es el cristal de Murano. Hablaré de él otro día que nos demos una vuelta por las islas.



Y las góndolas…


Venecia hay que recorrerla a pie, hay que perderse en su laberinto de canales para encontrar los rincones más valiosos.




Hay multitud de iglesias, verdaderas obras de arte con auténticas joyas en su interior.




París puede ser la ciudad romántica por excelencia, el lugar perfecto para una mesa para dos, en un café o en un restaurante. Con una botella de Champagne, disfrutando a grandes sorbos del sabor de lo prohibido. Pero cuando se pone el sol y algunas ventanas se iluminan




Venecia nos muestra su lado más aventurero. Una ciudad en la que todo es posible, donde las intenciones se esconden tras una máscara de carnaval.