martes, 23 de octubre de 2018

México XV - Cobá

Ya sabéis que a mí me gusta viajar despacio, disfrutando de los lugares con pausa y que no me va eso de visitar cuatro países en cinco días por mucho que respete lo que quiera hacer cada uno. Mi recorrido por México, allá por mayo de 2010, no fue una excepción, lo que me permitió ver no solo las ruinas más importantes y conocidas de la península de Yucatán, sino también otras menos turísticas como estas de Cobá, que se encuentran en el estado mexicano de Quintana Roo.




Una antigua ciudad maya en medio de la selva es ya de por sí emocionante; más si cabe si no hay demasiados turistas y uno puede disfrutar de las ruinas con tranquilidad. Fue aquí donde se encontró una de las famosas estelas que en opinión de algunos, pronosticaban el fin del mundo el 21 de diciembre de 2012. Se trata de la estela 1, que muestra también otras tres fechas de esa “Cuenta Larga”.



Antes de que finalizase el 2012, y por supuesto ahora, ya sabíamos que lo que se terminaba no era el mundo, sino uno de los ciclos de la “Cuenta Larga”, pero el número de crédulos deseando ser engañados es siempre alto; en eso hemos cambiado poco.



Son muchas las estelas que encontramos repartidas por la zona arqueológica, y aunque están protegidas por techos de paja, la verdad es que su deterioro es notable. En la mayoría de los casos hay que ayudarse con los dibujos que hay al lado para poder distinguir algo en la piedra desgastada.



Cobá era una ciudad grande, en la que quizás pudieron vivir unos 50.000 habitantes, y su época de mayor esplendor se remonta a los años 200 – 800 de nuestra era. A pesar de que los monumentos se encuentran dispersos, se pueden ver caminando sin ninguna dificultad. Solo hay que tener cuidado de no acercarse a los numerosos lagos que hay cerca, por la presencia de caimanes.



Los caminos principales están señalizados, aunque yo opté por ir con un guía que me iba explicando la historia del lugar, algo que recomiendo. Se trata de los mismos senderos, llamados saché, que utilizaban los mayas para moverse y comerciar con otras ciudades.


Como no podía ser de otra forma, hay un juego de pelota y un observatorio astronómico, elementos imprescindibles en cualquier ruina maya que se precie.




Las plantas reclaman su espacio, y los edificios luchan por sobrevivir a la naturaleza y al paso del tiempo.






La Pirámide Nohoch Mul, con sus 42 metros de alto, es la más alta de la península de Yucatán, y una de las pocas a las que, al menos entonces, se podía subir. Desconozco si sigue siendo así. Como de costumbre los escalones son altos y estrechos, por lo que recomiendo subir y bajar en diagonal.


Desde lo más alto, donde hay un edificio de piedra, podemos ver la jungla circundante, así como una tormenta que se nos echaría encima en pocos minutos, cuando ya íbamos de regreso al hotel.



Me pregunto si algún día tendré la ocasión de volver. Quizás para entonces se haya realizado algún nuevo descubrimiento, porque seguimos averiguando más y más cosas de esta cultura tan fascinante.