sábado, 19 de diciembre de 2009

Egipto VII: Alejandría

Elegí pasar una jornada en Alejandría como complemento a mi viaje por Egipto, pero la excursión desde El Cairo es bastante larga y debo reconocer que me decepcionó un poco. El paisaje desde la autopista tampoco fue lo que esperaba.


Además, los chóferes no descansan lo suficiente, así que en temporada alta puede haber accidentes por exceso de horas al volante. Aunque no fue mi caso, conviene saberlo a la hora de contratar la excursión; África sigue estando varios pasos por detrás en materia de seguridad y a nosotros corresponde denunciarlo y exigir que se respeten los descansos.

La ciudad es caótica como pocas, con un tráfico endiablado, taxis por todas partes y furgonetas repletas de viajeros a modo de autobuses.





En esta calle tan estrecha que apenas cabía nuestra furgoneta, nos encontramos con un tranvía de frente, pero lejos de retroceder conseguimos hacernos a un lado, invadiendo los puestos y tenderetes. Así de cerca pasó el tranvía.




Los hombres tomaban té a la puerta de sus negocios, y había muchos coches partidos por la mitad que me llamaron la atención.




Comenzamos visitando las Catacumbas de Kom el Shufaka, y luego nos llevaron hasta la Columna de Pompeyo, llamada así porque se pensaba que aquí fue enterrado el famoso general romano. Tiene treinta metros de alto, y es en realidad una de las muchas columnas que adornaban el desaparecido templo egipcio de Serapis. Es de granito rojo, de Asuán. ¿Os imagináis las dimensiones del templo?




Junto a ella hay dos pequeñas esfinges, también de granito rojo.



La ciudad fue fundada por Alejandro Magno en el 332 a.C. después de que el lugar le fuese revelado por un pasaje de la Odisea. Se dice que usaron harina en lugar de yeso para señalar el emplazamiento y que llegaron unas gaviotas y se la comieron. Alejandro vio esto como un mal presagio, y aunque ahora es una ciudad muy próspera, algo debía haber de cierto, porque la mayor parte de las ruinas se encuentran bajo las aguas.


Se están llevando a cabo excavaciones subacuáticas, y se recuperan multitud de piezas, entre las que parecen encontrarse restos del famoso faro, emplazado en la isla del mismo nombre.

Algunas de estas piezas han podido verse hace poco en una excelente exposición en Madrid.




Parece ser que el sultán Qaitbay utilizó en 1480 parte de los sillares del faro para construir su ciudadela, una fortaleza que vigila la entrada a los dos puertos de la ciudad.



Estas son las ruinas del teatro romano. Impresiona menos que otros muchos, pero nos enseñaron algo curioso. Bajamos hasta el escenario y mirando a las gradas pronunciamos unas palabras; está construido de tal manera que nuestras voces sonaron mucho más altas de lo habitual.





De la famosa biblioteca no queda nada. Varios países unieron esfuerzos para construir una nueva que conserva ocho millones de libros y que cuenta con las más modernas tecnologías. Merece la pena visitarla y conocerla de primera mano.





Volvemos a sumergirnos en el intenso tráfico, donde unos se esquivan a otros, nadie respeta las señales pero todos terminan por encontrar su camino. Nos asomamos al Mediterráneo oriental y nos acercamos a un palacio que hay en las afueras de la ciudad.







jueves, 3 de diciembre de 2009

Necrópolis de Revenga

La intensa lluvia nos había cogido por sorpresa en las Lagunas de Neila, obligándonos a buscar refugio en el coche. Condujimos unos kilómetros hacia el sur, adentrándonos en una zona que está plagada de necrópolis medievales. No hagáis caso de la que está señalada en rojo, la que visitamos nosotros es la número 5.


Después de la tormenta, con el cielo aún enfadado, la luz de la tarde es la mejor para hacer fotos, sin duda, mi preferida.



La necrópolis, se cree que del siglo IX, está muy cerca de la carretera. Las tumbas están excavadas en la roca.



Las hay de todos los tamaños. Abigarradas, nadie sabe qué historias podrían contar.



Esta foto ya salió alguna que otra vez. Es de mis favoritas, por esa luz a la que me refería antes, y a pesar de que incumple esa regla de no colocar el elemento principal en el centro de la escena.


Un último vistazo antes de regresar al coche.

martes, 17 de noviembre de 2009

Lagunas de Neila

Al sur de la provincia de Burgos, en el centro de la Península Ibérica, encontramos varias lagunas de origen glaciar. La carretera asciende por los Picos de Urbión, hasta alcanzar los 2000 metros.

Es abril, hay nieve y hace bastante fresco, pero vamos bien abrigados. El cielo, muy cubierto, amenaza lluvia y la tarde está oscura.






El coche hay que dejarlo en un pequeño aparcamiento, y continuar caminando por este espacio protegido que pronto será declarado Parque Natural. El acceso es cómodo, pero una intensa lluvia nos devuelve al coche, donde buscamos refugio.


A la mañana siguiente volvemos a intentarlo, en un día espléndido, ideal para caminar por la montaña. Vemos que las lagunas que se encuentran a mayor altitud están cubiertas de una fina capa de hielo.



El agua se escurre montaña abajo cuando no la miran. Durante un tiempo, hubo aquí pequeñas presas para facilitar el aprovechamiento humano, pero las quitaron en el 2007 para devolverles su aspecto natural (Wikipedia).



Un poco más abajo, caminando una media hora por un sendero sin desniveles, se alcanza esta otra laguna.


martes, 3 de noviembre de 2009

Sillustani


Hemos madrugado mucho para tomar un avión desde Arequipa a Puno y nada más dejar las maletas en el hotel marchamos para ver la ciudad. Después de comer, contratamos un taxi que nos lleve a Sillustani, que está a cuarenta kilómetros, y le pedimos que nos espere tres horas, porque queremos ver la puesta de sol.


Llegamos a media tarde, cuando el sol aún está alto y hay mucha luz.



Coincidimos con algunos grupos organizados, pero como ellos hacen el circuito corto, no es difícil darles esquinazo. Buscando un poco de soledad terminamos rodeados por un rebaño de ovejas y alpacas. Una indígena que los conduce nos pide un sol (25 céntimos de euro) por la foto, y aunque le digo que nosotros estábamos allí antes, se lo damos.



La laguna Umayo es muy fotogénica y aparece en muchas de nuestras fotos. Mientras, el cielo se va cubriendo de nubes.


Estas torres cilíndricas se llaman chulpas y fueron utilizadas como lugar de enterramiento por la cultura Colla, hace unos setecientos años. Miden unos diez o doce metros de altura, por cinco o seis de ancho, y siempre tienen una pequeña entrada orientada hacia el este.




Los arqueólogos las han vaciado para evitar el expolio.

Los collas eran un pueblo de origen desconocido que habitó en los alrededores del Lago Titicaca. Momificaban a sus muertos más notables en posición fetal, y los introducían en estas chulpas junto con sus pertenencias.


Poco a poco el día toca a su fin. Lástima que haya tantas nubes.


El horizonte se incendia con los colores del ocaso y se hace de noche en un abrir y cerrar de ojos. Las torres esperan pacientemente a que los visitantes nos marchemos; entre tanto, la temperatura baja considerablemente.





Hay otros cementerios por la zona, pero este es el más accesible, ya que se encuentra entre Puno y el aeropuerto de Juliaca. No dejéis de visitarlo si alguna vez vais por allí.

domingo, 18 de octubre de 2009

Perú - Los Uros

Situado a 3.800 metros sobre el nivel del mar, el Lago Titicaca es considerado por muchos el lago navegable más alto del mundo. Mide 204 km de largo por 65 de ancho y su profundidad máxima llega a los 360 metros.


Zarpamos desde Puno en dirección a Amantani, donde hicimos noche, para visitar Taquile a la mañana siguiente, pero en esta entrada me limitaré a contaros sobre los Uros.



Este grupo étnico, diferente de Aymaras y Quechuas, se asienta sobre unas islas artificiales en la bahía de Puno, en el sur del Perú. Hay unas cincuenta islas, aunque su número varía en función de los matrimonios y las separaciones. Varias familias habitan cada una de las islas.



Como podéis ver, el color del agua es de un azul intenso, especialmente en esta época, en la temporada seca. Durante el día hace calor, pero debido a la gran altitud, las noches son bastante frías.

Se trata de una zona muy turística, así que seguro que os cruzáis con otros viajeros en busca del binomio paisaje y cultura. Los guías se encargan de acercarnos a ambos, y los Uros, reacios al principio, han descubierto que somos una buena fuente de ingresos.

Las barcas grandes, hechas de totora sirven para pasear a los turistas de turno. Ellos utilizan otras más pequeñas.





Las islas están hechas con la raíz de una planta llamada totora, que crece en el lago. La raíz flota, así que la cortan en grandes rectángulos de unos diez metros de lado que luego unen con estacas y cuerdas. Las islas están ancladas al fondo con estacas, para impedir que se las lleve la corriente.

Sobre esa cama de raíces van apilando sucesivas capas de totora cortada, con un espesor de aproximadamante un metro. Las cabañas también se hacen del mismo material, aunque ahora se han modernizado y en lugar de velas utilizan placas solares para iluminarse. Especialmente, después de que un incendio destruyera una de las islas hace ya algunos años.



Los Uros siempre han vivido de la pesca y de la agricultura. Ahora también trabajan en Puno y complementan sus ingresos con el turismo y algo de artesanía.




Supongo que ya no viven como antes, y que lo que vemos es una puesta en escena, pero la visita nos resultó muy agradable, y pudimos hacernos una idea de su estilo de vida. Si alguna vez vais por allí no perdáis la ocasión de acercaros.