domingo, 23 de diciembre de 2007

Mont Blanc

La vista desde la carretera promete. Estamos en la parte más occidental del Valle de Aosta, en Italia, y vamos camino de los Alpes franceses.


Hay que tomar cuatro funiculares para ascender hasta el Aiguille du Midi. Se puede tomar otro más para llegar a Chamonix, pero se tarda demasiado. Preferíamos echar el día entre montañas.


Ya en el primer funicular aparecieron las primeras nubes. Pero en la montaña suele hacer viento, así que sólo es cuestión de esperar a que el tiempo cambie. En nuestro caso cambió a peor.


Al tomar el segundo funicular la cosa no pintaba nada bien. Al llegar al tercer mirador estábamos dentro de las nubes y no se veía nada en absoluto. En la siguiente foto empezaba a despejarse. Paciencia.


Un poco más.


Parece que sí, parece que no. La Aiguille du Midi está al final de esos cables.


Ahora la veis mejor, al fondo a la izquierda.


Empieza a merecer la pena.


No había nadie a quien preguntar, pero me parece que éste es el Mount Blanc. He buscado fotos en Internet para corroborarlo, pero la nieve es traviesa y no posa siempre de la misma manera. También depende mucho de desde dónde se haga la foto.






Tomamos el cuarto y último funicular. Se tarda media hora en llegar. Media hora colgados, con montañas a la izquierda.

Y más montañas a la derecha.


Ese es nuestro destino.


A la derecha vemos un glaciar.

Los tres puntitos negros de la izquierda son montañeros, más audaces que nosotros.



Una cabina muy amable, que se aparta para no tapar la montaña.

También hay aficionados al parapente con motor.


Ya hemos llegado a los primeros miradores.


Los edificios ocupan todo el espacio disponible.


Nos falta subir ahí, pero tranquilos, que hay ascensor.


Este es el funicular que llega desde Chamonix. La pendiente os da una idea de la altura a la que estamos.


La vista es magnífica. Parece imposible que esta terraza se sostenga en pie.


Las nubes han vuelto.



Otro glaciar.


Nunca había estado a tanta altitud.


Esto es lo que deberíamos ver.


Pero aquí no hemos tenido suerte. Las nubes han venido para quedarse.

Una razón más para volver.

domingo, 9 de diciembre de 2007

Lake Louise

He tomado algunas decisiones que no eran difíciles pero que han requerido algún tiempo. No sabía si colocar las fotos por viajes, por temas, por orden cronológico, geográfico o de otro tipo. Al final creo que las iré subiendo mezclando unos viajes con otros. Eso sí, la dirección se reserva el derecho a cambiar de criterio cuando le convenga. Las fotos más antiguas, como las de este viaje, están escaneadas.

Canadá, junio de 2001


Al principio nuestra intención era ir a Ontario, Toronto, Niágara y alrededores, pero una primera lectura de la Lonely Planet hizo que cambiáramos de destino y nos dirigiésemos a Calgary, Alberta.


Hacia el este, uno de los mejores museos de dinosaurios del mundo y un paisaje bastante desértico, las badlands, de los que les hablaré otro día. Hacia el oeste, las montañas rocosas (Rocky Montains).


Banff es el parque nacional más antiguo de Canadá y Lake Louise es su joya más preciada.






Los indios Stoney lo llamaban Lake of the Little Fishes (Lago de los Peces Pequeños) y el primer hombre blanco en verlo fue Tom Wilson, un trabajador de la Canadian Pacific Railway, en 1882. Tom decidió llamarlo Lago Esmeralda por el color de sus aguas.





Pero el color de las aguas cambia en función de las estaciones. En verano, con el deshielo, el flúor de las rocas le da este color.








Así, cuando Tom regresó, el lago había cambiado de color y además ya había otro lago con el mismo nombre en el que hoy es Parque Nacional de Yoho. Tom le cambió el nombre una vez más y lo denominó Lake Louise, en reconocimiento a la hija del hombre que lo acompañaba.

Ese nombre se haría oficial en 1884 en recuerdo de la cuarta hija de la Reina Victoria, la Princesa Louise Carolina Alberta. Una coincidencia que Tom nunca quiso aceptar y de hecho el lago no lleva el título de princesa en el nombre. Alberta sí fue utilizado para la provincia canadiense.

En 1890 se construyó un hotel a orillas del lago. Aquel año tan solo se registraron 50 personas. Hoy visitan la zona más de medio millón de personas. Esta es una foto antigua del hotel.



Hay un par de anécdotas con respecto a este hotel. El 3 de julio de 1924 un gran incendio cuyo origen nunca se pudo determinar, destruyó el edificio por completo, lo que no impidió que el té de las cinco fuera servido puntualmente junto al lago. Tengo un libro con una foto, pero lamentablemente, es demasiado pequeña.

El hotel fue reconstruido poco tiempo después.




Durante la Segunda Guerra Mundial el hotel permaneció cerrado, pero científicos de Alberta, Saskatchewan y Manitota (tres provincias canadienses) realizaron investigaciones referentes a la Pykrete. La Pykrete es un compuesto de madera y agua congelada que tiene la virtud de descongelarse muy lentamente. Winston Churchill pretendía construir una isla flotante con este material para transladar personas y equipo de desembarco en Europa del Norte durante la SGM. Al final el proyecto fue descartado.

Hay un camino al borde del lago, pero tan solo por la orilla norte.






Si ascendemos por la falda de la montaña el color del agua también se ve diferente.




La subida no es difícil y premia a los intrépidos montañeros con el Lake Mirror.



Las Bridal Falls.




Y el Lake Agnes, medio congelado en pleno mes de junio.






Junto al lago hay una casa de té donde reponerse de la subida.




No pueden faltar los oportunistas.






Les dejo con un par de vistas de Lake Louise.