Cuando poco antes de ir a Camboya descubrí este templo, tuve claro que quería visitarlo a toda costa. Guías y blogs lo ponían
francamente bien, y tenía toda la pinta de ser uno de esos escenarios de
película en los que el protagonista, machete en mano, termina enfrentándose a
alguna tribu aislada del mundo.
En la mayoría de mis lecturas previas recomendaban
hacer una visita desde Siem Reap, pero nosotros veníamos desde el norte, y lo
encontramos después de conducir durante varias horas por las carreteras
camboyanas. En cualquier caso, dista unos 40km de los templos principales, por
lo que no se aconseja cubrir esa distancia en tuk-tuk.
El caso es que tengo una sensación muy extraña, como
si lo hubiésemos encontrado por casualidad. Puede que sea por su cercanía a la
carretera, pero creo que el motivo es que no le dedicamos una excursión
propiamente dicha, sino que fue una parada más a lo largo de un día bastante
intenso.
Sí, le dedicamos tiempo. Sí, creo que lo vimos casi
todo, al menos lo más importante, pero no puedo quitarme de encima la sensación
de que recorrimos sus muchas pasarelas de madera casi sin detenernos. Y a mí me
gusta sentarme en una piedra y observar el conjunto, fijarme en los detalles, mientras
los demás turistas nos adelantan.
Había gente, pero menos de la esperada, y no resultó
difícil hacer fotos sin bichos. La luz del sol, que a esa hora estaba muy alto,
se colaba entre la vegetación, complicando la gestión de luces y sombras, que
eran demasiado duras.
El conjunto es de finales del siglo XI y de la primera
mitad del XII. En los relatos antiguos se recomienda ir de caza por los
alrededores, adentrarse en antiguos caminos jemeres que hoy han quedado
relegados por el tráfico y las prisas del mundo moderno. Son historias de
viajeros que se movían a otro ritmo.
Como pasa en tantos y tantos otros templos, el origen
es hinduista, pero también encontramos en él motivos budistas. Además, parece
que los jemeres ya inventaron hace siglos los emoticonos.
Los árboles y otras plantas han conquistado gran parte
del espacio, desplazando los bloques de piedra arenisca como si fueran terrones
de azúcar. Quedan pocos relieves, y el templo está reconstruido a medias. Por
lo visto, hay una gran controversia sobre si se debe permitir que la naturaleza
relame su territorio o si, por el contrario, hay que limpiarlo de maleza.
Yo lo tengo claro. Es precioso tal y como está, y me conformaría con controlar la invasión vegetal para que no se siga dañando, pero
sin hacer una reconstrucción que pueda estropear ese ambiente de aventura que
ahora posee. Es algo difícil, lo sé, pero me parece la solución más fotogénica.
Las pasarelas de madera facilitan un acceso que de
otra forma resultaría imposible por la cantidad de piedras que hay sueltas.
Poco a poco le vamos dando una vuelta completa, primero por el interior, luego
por su parte externa.
Ocupa un espacio nada despreciable, de modo que hay
que reservar bastante tiempo para verlo con calma. No se conoce con exactitud
la fecha en la que fue erigido, pero su estilo arquitectónico lo sitúa después
de Baphuon, muy cerca de Angkor Wat, en tiempos de Suryavarman II.
Aunque el templo central ha colapsado completamente,
aún pueden verse las dos bibliotecas que hay en el recinto. El estado de ruina
es tal, que parece imposible que solo se deba a la acción de la naturaleza.
Caminamos entre galerías y patios, observando las
técnicas constructivas, entre las que se halla el arco saledizo. Es una buena
ocasión para observarlo desde muy cerca.
Es aquí donde los jemeres probaron, aparentemente por primera
vez, unas galerías con bóvedas de medio cañón que servían para descargar el
peso de las paredes. Un extremo se apoya en el muro, mientras que el otro lo
hace sobre columnas. Más adelante, repetirían esta estructura en Angkor Wat, el
Bayon y en muchos otros templos.
En los dinteles se representan las divinidades
habituales, Indra sobre un elefante de tres cabezas, Visnu con su garuda o Lakshmi
entre dos elefantes, Shiva bailando entre Ganesha y Parvati, etc.
La mayoría de las apsaras o bailarinas celestiales las
vemos cuando salimos de la parte central del templo. Están algo lejos, pero ahí
siguen, congeladas donde las esculpieron hace cientos de años. Al menos no
tuvieron que traer las piedras desde muy lejos, ya que había una cantera apenas
a 7 kilómetros de su emplazamiento. Recorriendo la parte exterior del templo
nos damos cuenta de sus grandes dimensiones. No en vano, ocupa 181 m de largo
por unos 152 m de ancho.
Todavía quedan restos del foso que rodeaba el templo,
una medida protectora en una tierra propensa a grandes cambios en el nivel
freático. Sus dimensiones son sorprendentes, con 45 metros de ancho, más de un
kilómetro de largo y 875 en su lado más corto.
Salimos por la misma puerta por la que llegamos, a
través de una gran avenida, alcanzamos el aparcamiento y seguimos camino a Siem
Reap, que dista unos 77 kilómetros. Si bien el templo está orientado hacia el este,
tiene entradas por los cuatro puntos cardinales. En nuestras retinas queda la
impresión de haber visitado un lugar misterioso y fantástico, en la cámara está
el recuerdo indeleble.
Fuentes: Maurice Glaize, Guide to the Angkor
Monuments, Wikipedia y elaboración propia.
14 comentarios:
He estado muy atenta a lo que cuentas. Me resulta fascinante el lugar, el país, la cultura, los templos, etc.
En relación a la controversia que apuntas, creo que la mejor opción es dejar que la naturaleza relame su territorio como dijiste, no solo por lo fotogénico sino por el resultado tan auténtico. Pero también pienso que en el largo plazo no se sostendría, y entonces en algún momento habría que recurrir a que el hombre actuara, y lo limpiara de maleza.
Supongo que esa sensación que tuviste de no haberlo disfrutado como merecía, de no recrearte a otro ritmo y con perspectiva, tal y como a ti te gusta. Se debiera en parte a la gran cantidad de templos que visitaste, que tienden a mitigar el factor sorpresa de los demás que aún no se han visitado, y al hecho de no dedicarle más tiempo, o que este fuera "de paso".
Supongo que estarás de acuerdo conmigo, en que a veces nos creamos unas altas expectativas sobre algo, y aunque no deja de maravillarnos estar allí y vivirlo en primera persona, en nuestro interior hay un pequeño conflicto entre lo que fue y lo que habíamos imaginado.
Me ha encantado la entrada.
Tus explicaciones fueron muy completas, bien documentadas y explicadas con todo lujo de detalles e impresiones personales.
Tus fotos me hicieron estar allí en primera persona. Muchas gracias!
P.D: Muy simpático lo de los emoticonos. jeje. Tal cual.
Sin duda, tanta destrucción no parece obra de la naturaleza...hay que averiguar
·.
Lo que nos muestras, tan bien documentado, es impresionante.
Nélida lo expresa muy bien, nada puedo añadir que no sea eso de la...'sana envidia'
Un abrazo Javier
.·
LMA · & · CR
Parece como para rodar una película de aventuras de aquellas antiguas...
¿No cabe la posibilidad de que algo se te derrumbe encima?
Este no lo conozco, así que he podido hacerme una idea a través de ti.
La naturaleza lo destruye pero a la vez le da un aire distinto ya que lo desordena como se podría decir.
No creo que inviertan mucho en ello para cuidarlo pues si no está muy visitado.
Un abrazo.
Camboya, me suena a nombre de película, donde se podrá subir a los cielos en algún templo y viajar a los infiernos en más de un sitio, viajar por el "Río Grande" (Mekong), y encontrarse con tigres, elefantes, monos, ciervos, pájaros, serpientes y cocodrilos, también me imagino que habrá nutrias y ardillas entre otros animalitos.
Me gustan tus fotos vistas desde el ordenador.
Parece un inmenso estudio cinematográfico transformado en escenario de película de aventuras al que sólo le falta el Indiana Jones de turno entrando en el plano.
Aun zarandeado por la Naturaleza es una maravilla; y estoy de acuerdo contigo: Se debería mantener tal cual, conteniendo solamente la invasión de la flora pero sin intentar reconstrucciones que, en tantas ocasiones, terminan por causar un estropicio irreparable en los elementos originales.
Nélida G.A., lo vimos antes de llegar Angkor, por lo que no estábamos saturados de templos todavía. Lo que pasa a veces es que es difícil calcular los tiempos, porque tienes que hacer kilómetros y no sabes lo que te espera después. Eso hace que sigas al guía como a un autómata. De volver por allí, le daría dos vueltas en vez de una, iría mucho más despacio, y me fijaría mejor en los detalles. El templo es una maravilla, y da gusto adentrarse en él. Se presta a la aventura para cualquiera con un mínimo de imaginación y te habla de tiempos pasados, cuando esta cultura tan grande, a la par que desconocida, lo habitaba.
Alí Reyes, parece increíble que las plantas tengan tanta fuerza como para desplazar esos bloques de piedra, pero lo cierto es que sí que pueden. Es un proceso de siglos.
Alfonso, no quiero ni pensar lo que podrías hacer tú con la cámara en un sitio como éste. Me divertí con todo el proceso, desde hacer las fotos a construir esta entrada, pasando por la documentación.
Senior Citizen, muchos de estos templos han sido, en efecto, escenario de algunas películas de acción. En general tienen apuntalados las partes que pueden caer, más que nada, para que los edificio no se deterioren más. Siempre hay ese riesgo, pero es mínimo porque la mayor parte del tiempo no tienes nada sobre ti. En el caso concreto de este templo, caminas por pasarelas de madera que lo van rodeando y que salvan las piedras caídas, sin que en ningún momento tengas nada sobre ti.
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.
Mari-Pi-R, a lo mejor me he expresado mal. Sí que es muy visitado, lo que ocurre es que nosotros fuimos a la hora en la que comen la mayoría de los turistas y encontramos poca gente. El guía fue muy bueno a la hora de elegir los tiempos a lo largo de todo el viaje. Está apartado de Angkor, y eso hace que haya que dedicarle una excursión de medio día, por lo que mucha gente lo obvia. Pero creo que es muy bonito, con ese aire de templo recién descubierto que tiene.
Un jubilado, animales quedan pocos, porque con las sucesivas guerras, los camboyanos se han comido todo lo que se movía, pero el escenario sí que se presta a todo tipo de películas de aventuras. El país entero es tan diferente a lo que vemos en Europa que uno cree formar parte de un mundo nuevo.
Una mirada, creo que al verlo antes que el conjunto de Ankor nos permitió ir de manos a más, por lo que la sensación de asombro se mantuvo intacta. Para alguien con una imaginación tan desbordante como la mía, es un lugar especial. Hay que reconstruirlo todo, no solo las piedras, sino que hay que retrotraerse varios siglos atrás para imaginar cómo vivía esta gente. El lugar es muy fotogénico.
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.
Vaya detalles buenos que te has traido en la fotos. Para eso hay que mirar atentos y despacio para descubrirlos. Buena sonrisa pillaste en la foto 15 😊.
Gracias por comprtir lugares que quizás nunca visitaremos. Me ha encantado.
Un abrazo.
Laura M., me alegro de que te haya gustado. Me traje una colección de fotos muy completa, de un viaje que disfrutamos mucho. Supuso mucho tiempo para organizarlas, pero creo que mereció la pena. Un abrazo y gracias por pasar.
Hola. antes que nada me dio 2 veces aviso de virus que fue resuelto por Avast. salían avisos...
A lo nuestro, lo mejor: Qué paseo fantástico, nunca mejor dicho. Las fotos estupendas, realmente la arquitectura y talla en piedra son admirables. Toda la información perfecta. Gracias. Beso
Rosa María, vaya, ya siento lo del virus. El problema es que no sé cómo lo puedo arreglar. Disfrutamos mucho de este templo que parece sacado de una película de aventuras, y tuvimos la suerte de verlo con relativamente poca gente. Al estar algo apartado de los santuarios principales, recibe menos visitas, y, sin embargo, es de los más fotogénicos. Me alegro de que te haya gustado. Un beso.
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