Erice

La ciudad se apartaba un  poco de nuestra ruta entre Palermo, Monreale y Segesta, pero la guía Michelin – una de mis usuales biblias de viaje – la mencionaba como un lugar interesante, así que decidimos acercarnos y dormir allí. La visita no nos defraudó.

Plaza disputada entre siracusanos y cartagineses, fue también ocupada por los romanos. Abandonada durante un tiempo, alberga actualmente a treinta mil personas. Se encuentra en lo alto de un cerro, que con poco más de 700 metros domina las tierras llanas de alrededor, haciéndolo parecer mucho más alto. Las vistas son muy bonitas.

Mirando hacia el este, las tierras del interior de la isla de Sicilia.

Hacia el oeste, el mar Mediterráneo.

Calles empedradas por las que está prohibido circular en vehículos de motor nos conducen al centro. Cuestas y más cuestas, una constante en esta isla. Un trazado árabe y normando, muy típico en la zona que no nos cansaremos de admirar.

Hay varias iglesias. No en vano, fue un importante lugar de culto desde tiempos antiguos. Hoy vemos un castillo donde antes habitaban las diosas del amor y la fertilidad.

No sé si Ícaro se posó aquí como nos cuenta la mitología, pero llegar a media tarde, con los rayos del sol iluminando tenuemente las fachadas fue un lujo para la vista.

Fuentes: Wikipedia y www.lasilia.es.