sábado, 31 de mayo de 2008

Egipto IV

El templo de Karnak
Situado a tres kilómetros al norte de Luxor, la antigua Tebas, se trata del complejo religioso más grande jamás construido por el hombre. Un recinto que evolucionó durante el Imperio Nuevo hasta convertirse en una gigantesca ciudad-templo, con numerosos centros de culto, vías procesionales, santuarios, palacios, instalaciones administrativas y hasta almacenes.

Dedicado a los tres dioses tebanos Amón, Montu y Mut, está compuesto por infinidad de templos y capillas menores, dispuestos alrededor de los edificios principales. Dioses tan importantes como Jonsu, Opet y Ptah también eran venerados aquí.

No en vano, treinta faraones, desde la dinastía XII en el 2200 a.C. hasta la XXX en el 360 a.C. contribuyeron a su construcción. Era el templo más importante y cada uno de ellos quiso dejar su huella. Está en la orilla oriental, en la orilla de la vida; la otra, como bien sabéis, era la orilla de las tumbas y de la muerte.

Su
nombre significa el más selecto, o el más sagrado de los lugares y es de visita obligada. Aquí tenéis un plano del templo, que he sacado de este enlace (en inglés, me temo)


Nada más llegar, nos encontramos con dos filas de esfinges con cabeza de carnero, símbolo de Amón, que flanquean la entrada.



Dejando atrás el pilón más exterior, construido en tiempos de Ramsés II, entramos en la gran sala hipóstila, con sus 167 columnas, inmensas, impresionantes e inabarcables, de cinco metros de diámetro y unos veintidós de altura.



Su construcción comenzó durante el reinado de Seti I – hay que tener en cuenta que vamos retrocediendo en el tiempo conforme nos adentramos en el templo – y es sobrecogedora. Fijaos en el tamaño de la persona de la siguiente foto, que está sacada a propósito para poder comparar. La distancia a la que está también influye. La sala tenía 104 metros de largo, por 54 de ancho y 24 de altura.




Pero el techo estaba algo más alto de lo que indican estas columnas de capitel cerrado. Estaba sostenido por otras doce columnas cuyos capiteles representan el capullo del papiro abierto. Su función era dejar pasar la luz desde arriba, y como podéis ver, estaban decoradas.




Los reyes consideraron como parte de sus principales tareas ampliar y embellecer continuamente el templo de Karnak, así que mandaron erigir muchos monumentos, pero de las zonas más antiguas apenas si quedan algunas ruinas. Sus piedras fueron utilizadas como material de relleno en los pilonos más modernos.








Tutmosis I y Hatshepsut fueron dos de los monarcas que levantaron obeliscos. El de la reina, con sus 30,43 metros de altura es el más alto de los que han llegado hasta nuestros días en Egipto. Los dos que quedan – eran cuatro – son de granito rosa y estuvieron recubiertos de láminas de oro.



A la vuelta de mis vacaciones os pondré algo de El Nilo y después emigraremos hacia otra zona, seguramente, más verde. Que lo paséis bien.

lunes, 12 de mayo de 2008

Egipto III

Templo de Luxor

Construido en gran medida por el faraón del imperio nuevo,
Amenhotep III en torno al 1400 a.C, está situado sobre un santuario anterior, erigido por Hatshepsut. El templo está dedicado a los tres dioses tebanos (Tebas era el antiguo nombre de Luxor) Amón, Mut y Khonsu.


En la foto de arriba podemos ver el pilón de la entrada, con sus 24 metros de altura, construido en la época de Ramsés II. Está decorado con sus proezas militares, concretamente con escenas de la batalla de Qadesh. Frente a él encontramos uno de los dos obeliscos de granito rosa que había originalmente. Su pareja está en la Plaza de la Concordia en París, donde fue trasladado en 1833.

En un principio había seis estatuas, pero sólo quedan dos sentadas, que representan a Ramsés II y una de las erguidas, la que está más al oeste. El templo estuvo cubierto por la arena durante más de un milenio; para que os hagáis una idea, la arena llegaba al cuello de las estatuas, que miden 14 metros.


Detalle del relieve de una de las estatuas, con el faraón uniendo el papiro y el loto, símbolos del Alto y el Bajo Egipto.


El primer patio, llamado de Ramsés II, con sus columnas papiriformes y las tres capillas, cada una dedicada a uno de los dioses de Tebas. Las esculturas intercaladas entre las columnas representan al faraón, siempre con la pierna izquierda, la del lado del corazón, ligeramente adelantada.





En el siglo XIV se levantó una mezquita dedicada a un santo local, el venerado Abu al-Haggag. La altura de la puerta, unos 8 metros por encima del nivel actual, indica dónde llegaba la arena antes de que el templo fuese excavado en el siglo XIX.


Al final del primer patio, 14 columnas papiriformes de 16 metros de altura, forman la columnata de Amenhotep III y nos conducen al patio del mismo nombre, 72 metros más allá.




Al final de este segundo patio encontramos una sala hipóstila, con 32 columnas organizadas en cuatro hileras.



Tras esta sala hipóstila se encuentran las salas principales del templo de Amón, donde aún podemos encontrar restos de su uso posterior como iglesia copta.


Volviendo atrás en el tiempo, tras la muerte de Amenhotep III lo más lógico habría sido que su hijo hubiera terminado los relieves, pero éste decidió cambiar su nombre a Akenatón, trasladar la capital 200 km al norte y prohibir el culto a los dioses antiguos.

Fue Tutankamón quien tras reinstaurar la religión oficial, terminaría estos relieves, pero su nombre también acabaría por ser borrado.


El templo de Karnak, que será nuestro próximo destino, se encuentra 3km al norte, y estaba unido con Luxor por una avenida de esfinges de la que quedan 200 metros. Esta avenida también es posterior, corresponde a la dinastía XXX, a los tiempos de Nectanebo I.

La fiesta de Opet tenía lugar en agosto, durante la inundación. En un ritual de regeneración el dios Amón era trasladado desde Karnak a Luxor, donde permanecía durante diez días, en un intento de que el orden establecido se mantuviese durante un año más.

Nos vemos en Karnak dentro de unos días.