miércoles, 28 de abril de 2010

Lagunas de Ruidera I

Después de tantos años deseando ir a las Lagunas de Ruidera, por fin lo he conseguido. Y ha sido en el mejor momento, porque con tanta lluvia como ha caído este invierno estaban llenas a rebosar.


Nos levantamos antes del amanecer, ilusionados con sacar fotos sin gente y con los primeros rayos de luz. Los carteles, rodeados por un agua todavía dormida, son los únicos testigos.


Esa luz suave es la mejor para sacar fotos. La laguna había sobrepasado sus límites habituales, inundando el carril por el que solían circular los vehículos, y que ahora albergaba alevines.



Nuestra propia sombra, crecida de orgullo, peleaba por ser protagonista en una sesión de fotos a la que no había sido invitada. No era fácil dejarla fuera.



Después de desayunar, la luz es distinta; también hay más turistas, aunque como habían pronosticado mal tiempo, muchos decidieron quedarse en casa. Los que por norma nos apuntamos a un bombardeo nos vimos recompensados con un día soleado, con algunas nubes, pero sin lluvia.

Imposible acceder a algunos miradores que habían sido abducidos por el incipiente curso del Guadiana.



Los árboles también parecen sorprenderse de ver su reflejo. Un corazón que fue grabado en tiempos más secos nos pide ayuda.



Poco a poco, el cielo comienza a cubrirse.



Continuará…