domingo, 11 de enero de 2009

Témpanos

Abrigaos bien que en la excursión de hoy vais a pasar un poco de frío. Estamos en el brazo norte del Lago Argentino, llamado así por el conocido perito Francisco Moreno – de quien os hablaré en otra ocasión – en un intento que se demostrará frustrado de ver los glaciares Upsala y Onelli.

Una gran cantidad de témpanos se han desprendido en los últimos meses, bloqueando el acceso, de modo que nos desvían hacia otros glaciares menores. No obstante, el paseo en sí ya es un espectáculo y merece la pena.

Los primeros témpanos salen a nuestro encuentro poco después de haber zarpado. No penséis que son pequeños; ese barco que veis al fondo es bastante grande. El color azul es muy intenso en las zonas donde el hielo es más denso.




El día no está para bromas y se agradece que haya lugares donde guarecerse en la cubierta del barco.


La barrera aparece frente a nosotros, ocupando todo el horizonte. La recorremos en paralelo, buscando un resquicio, un punto débil que sabemos que no existe.





Las nubes y el agua. Un cuadro de colores fríos, muy apropiados.




De vez en cuando, una punta más azul se destaca sobre el resto y nos recuerda que aún existen los colores.



El agua se acerca solícita a lamer las heridas del hielo, llevándose un pequeño tesoro en cada embate. Los témpanos parecen ballenas varadas y poco pueden hacer para evitar el robo. Si uno se fija bien, podrá verlos llorar.



Tan grandes, con un corazón tan azul y tan indefensos.




Por desgracia, es hora de regresar. No me habría importado quedarme más tiempo.