sábado, 15 de marzo de 2008

Asturias I

Nuestra amiga Luna LLena me ha pedido un viaje, a ser posible junto al mar, que es lo más apropiado después del secarral de Arizona. No tengo especial interés por tostarme al sol sobre la arena y aunque me encanta el mar, mis viajes suelen ser más culturales, así que tuve que rebuscar n poco. Qué mejor sitio que Asturias, en el norte de España, no muy lejos de donde ella nació..

Las fotos corresponden a un viaje que hice en mayo de 2001 y como están escaneadas han perdido algo de calidad. Fueron diez días intensos en los que intentamos ver lo más posible. Por mucho que Asturias les parezca pequeña, no se engañen, hay mucho que ver. Se come de maravilla y la gente es muy amable.

Los que me leen desde el principio en mi otro blog conocen mi amor por esta tierra y por sus increíbles paisajes. Esta entrada se centra sólo en la zona de LLanes y sus playas. Tengo mucho más que mostrar, pero cada cosa a su tiempo.

Por ahora, nos quedamos con el puerto de LLanes.





La playa de San Antolín.


La playa de Barro.



Más playas.


Niembro...

Idílico, ¿verdad?



Aún más.







La vista desde el mirador de Cue es espléndida. Fijaos en el color del agua.



Una de las cosas que más me gustan de Asturias es que se pueden ver las montañas desde las playas, y viceversa. Ésta es una vista desde Nueva de LLanes.

Me voy de vacaciones un par de semanas, pero responderé a los comentarios a la vuelta. Pasadlo bien.

sábado, 1 de marzo de 2008

Scottsdale, Arizona

Esta vez no son muy bonitas, pero es que estuve encerrado en un hotel casi todo el tiempo. Ya os compensaré.

Teníamos una excursión planeada para el domingo por la tarde, único momento en el que disponíamos de tiempo libre, pero hacía mal tiempo y nos la cancelaron. Un paseo por la ciudad hizo de sustituto improvisado.

Vimos una bandera de España y nos acercamos curiosos. Se trataba de un restaurante español llamado Pepín, con toda la parafernalia de tapas y espectáculos flamencos.


Un poco más allá llegamos a un parque, donde estaban rodando este extraño anuncio; miedo me da pensar en el producto.


El parque no tenía mala pinta, pero era muy pequeño.


Allí los restaurantes son de un solo tenedor. Eso sí, las raciones son abundantes.


Nuestro hotel era más bien un resort, con habitaciones adosadas, muy desperdigadas.


Estaban tan distantes unas de otras que te llevaban las maletas en carritos de golf. Al llegar te dan un plano para que no te pierdas y las distancias asustan.





A mí no me habría importado montar en un Mustang, que además de modelo de coche, es como se llama a los caballos salvajes en Norteamérica.


Me habría apañado incluso con un Lamborghini.


Aunque también los había más modestos.


Pero no, al final me conformé con leer un poco en mi terraza durante los ratos libres, entre reunión y reunión.


Porque durante las negociaciones las espaldas estaban bien en alto.


Y había que elegir muy bien dónde sentarse.


Encontré tipos solitarios.


Por más que la mayoría formara pequeños grupos. ¡Qué altos eran algunos!


También los había que parecían estar en un pedestal.


Otros, en cambio, estaban deseando abrazarte. ¡Ouch!


La gente levantaba la mano a modo de saludo entre las mesas.


Yo me quedo con el sitio y con algunos amigos a los que sólo puedo ver de vez en cuando.


Me pregunto adónde llevarán este tipo de eventos.