lunes, 18 de abril de 2016

Perú XIV- Arequipa II - Monasterio de Santa Catalina

Nos gustó tanto que fuimos a verlo dos veces. Es enorme, como podemos apreciar en este plano, pero la visita está tan bien organizada, que es posible verlo todo sin perderse a pesar de sus más de 20,000 metros cuadrados. Nosotros lo vimos primero por nuestra cuenta y luego con una guía.


A pesar de la riqueza arquitectónica de Arequipa, no creo que ninguna otra atracción esté a la altura de este monasterio de monjas fundado a finales del siglo XVI.


María de Guzmán, viuda de Diego Hernández de Mendoza, rica y joven, se convirtió en la primera priora, además de fundadora. Era entonces tradición que los hijos que habían nacido en segundo lugar, optaran por la vida religiosa, debiendo pagar a la entrada en este monasterio una dote equivalente a 150.000 dólares actuales. De ahí que las celdas que vemos sean tan espaciosas. Si os fijáis, las camas están bajo los arcos, una medida de protección contra los frecuentes terremotos.




Las primeras monjas españolas no llegarían hasta finales del siglo XX, cuatrocientos años más tarde de su fundación. En su momento de mayor esplendor vivían aquí hasta 450 personas, siendo un tercio de ellas monjas y las demás sirvientas. En la actualidad quedan una veintena. Encontramos así otras dependencias como hornos para cocinar o lavaderos.





Edificado en estilo colonial, con una piedra muy porosa, procedente de los volcanes que vigilan la ciudad, el monasterio es un laberinto de calles con nombres españoles, patios, claustros, celdas…







El origen de tanto desorden hay que buscarlo en los frecuentes terremotos que asolan esta región privilegiada. Con los dormitorios comunes derruidos, fueron los propios familiares de las religiosas quienes decidieron construir celdas privadas, a las que se fueron añadiendo durante dos siglos otras construcciones.

Los colores vivos son un reclamo y la capacidad de asombro nunca se ve colmada. Hay geranios por todas partes, y caminamos bajo un cielo completamente azul.







Subiendo unas escaleras accedemos a unas azoteas desde las que se divisan los volcanes.



En la actualidad alberga una importante pinacoteca con unas 400 obras, la mayoría de tipo religioso, que fueron encontradas en el mismo monasterio. Es una forma excelente de conocer la pintura tanto virreinal del Perú, como la de la Escuela Cusqueña.





La luz de la tarde incide sobre las fachadas, al tiempo que van creciendo las sombras.




Os dejo un enlace a la página web para los que quieran ampliar la información. Gran parte de lo que expongo, entremezclado con mis recuerdos, lo he sacado de ella, por cierto.