martes, 26 de mayo de 2015

Palenque I

Lo he dividido en dos entradas para no hacerlo tan largo, así que no os extrañe ver fotos de selva ni echéis de menos algún monumento, que todo llegará.

No hay guía de viajes ni fotos en Internet que te preparen para la inmensidad de esta zona arqueológica. Es uno de esos lugares que hay que marcar en rojo en los mapas para poder verlos in situ.

Lo más sorprendente es que la mayor parte del yacimiento está aún bajo tierra, sin excavar. Según la (bendita) Wikipedia, de la que he fusilado algunos datos, sólo un 2% ha visto la luz. En esta foto se puede apreciar lo que podemos ver hoy día y lo que se infiere que está enterrado.


Como hice en tantos otros yacimientos, contraté un guía para que me acompañara. En esta ocasión comenzamos dándonos una vuelta por la selva de los alrededores, algo que os recomiendo salvo que vayáis muy pillados de tiempo.    





Podremos apreciar cómo el paso del tiempo, la tierra y la vegetación han cubierto las ruinas. Hay más de mil estructuras esperando a que haya dinero que las rescate del olvido.

Es fácil sentirse un explorador a lo Indiana Jones.




El terreno es blando y los árboles han aprendido a aferrarse al suelo. Fijaros en el tronco de este árbol, por ejemplo.    


Palenque, que fue designada Patrimonio de la Humanidad en 1987, está en Chiapas, en el extremo sur de México. La visité en mayo de 2010, en un viaje inolvidable.

Por lo visto, los conquistadores la encontraron ya abandonada (las ultimas construcciones son del 800), sin que nadie le prestara mucha atención hasta 1773. Las primeras fotografías datan de 1858.

La primera estructura que visité fue el Templo de las Inscripciones, bajo el que se descubrió la tumba del rey Pacal el Grande, una de las más importantes de Mesoamérica.







Es el único templo de esa parte de América en el que se han hallado restos mortales y como era de esperar la controversia está servida, ya que las dataciones parecen no coincidir. Los amantes de la teoría de los antiguos astronautas, entre quienes no me hallo, encuentran en ella motivos para sustentar sus tesis.    



Quedan algunos relieves, aunque la mayor parte de las piezas fueron trasladadas al Museo Alberto Ruz Lhuillier.    





La torre del observatorio se encuentra junto al Palacio del Gobernador, un laberinto de pasillos y estancias fruto de las sucesivas remodelaciones.    





Nos vemos en unos días, con la segunda parte.